jueves, 16 de octubre de 2008

LAPIEDAD MARIANA

La piedad mariana: los santuarios de Copacabana y Cocharcas
Son muchas las devociones y santuarios que vemos surgir a la sombra de la obra evangelizadora, tanto al Señor Jesús como a la Virgen María, así como en las advocaciones de los santos. El culto mariano es uno de los mejores frutos que da el esfuerzo realizado por los misioneros. Se hace sentir la presencia maternal de María en estos pueblos, sobre todo a partir de su aparición en el cerro del Tepeyac (México), bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe. Allí se le apareció a Juan Diego, un indio del lugar, en medio de una resplandeciente nube. La Virgen dejó impresa un imagen de sí en la tilma o manto de Juan Diego, la cual se venera aún en Ciudad de México.
En el Perú abundan los santuarios marianos. Prácticamente no hay región del país que no tenga alguno. Quizá el más representativo sea el Cocharcas, que halla su correlato en el de Copacabana (Bolivia). Éste se originó de la siguiente manera. El indio Titu Yupanqui había decidido fundar una cofradía bajo la advocación de la Virgen de la Candelaria, para lo cual él mismo labraría la imagen mariana. Fue a Potosí para aprender escultura y pintura. Cuando se trasladó en compañía de D. Alonso Viracocha, gobernador de los hanansayas a Chuquisaca para obtener del Obispo la autorización para darle culto a la imagen, éste no se la dio, considerando que la imagen no tenía las condiciones dignas y adecuadas como para recibir culto. Yupanqui, sin embargo, persistió en su intento, y dándole algunos retoques a la imagen, se dirigió a La Paz, donde, al servicio de un maestro retablista español, logró que éste estofase y decorase la imagen. Durante las noches ambos se dedicaban a embellecer progresivamente la imagen de la Virgen. No sin posteriores contrariedades y dificultades, y con la ayuda del párroco de Copacabana, el franciscano Antonio Montoro, y del corregidor de Omasuyos, Jerónimo Marañón, decidieron traer la imagen, la cual llegó a su destino el 2 de febrero de 1583. Al amanecer de ese día, la bendita imagen de María apareció en los cerros de Huacuyo, como un sol que viniera a iluminar ese rincón inhóspito del Alto Perú. Sebastián Quimichi, otro indígena, llevó la devoción de Copacabana a la provincia de Andahuaylas en el Perú, donde en el santuario de Cocharcas se guarda una réplica de la virgen del santuario boliviano.
«Los santuarios de Copacabana y su réplica en Cocharcas representan para el Perú y Bolivia lo que el de Guadalupe para México, teniendo la reveladora semejanza de su origen indígena. Son la fe y el entusiasmo de los autóctonos los que han creado esta modalidad del culto mariano, y, como al mismo tiempo, la forma mariana de la religiosidad se conservó e intensificó por lo que se refiere a los españoles y mestizos en las ciudades y villas hispánicas, puede decirse que el culto mariano fue la expresión de la vinculación de las razas y la manifestación de la conciencia religiosa del Virreinato junto con el culto del Cuerpo de Cristo. La unidad de religión, la misteriosa y hondamente afectiva filiación producida por la común maternidad, creó una vinculación definitiva entre el español, el mestizo y el indio. Esta vinculación fue mucho más intensa que la exterior y coactiva, resultante de la comunidad de gobierno. [...] El culto de la Eucaristía reemplazó el culto solar. La devoción a María surge en la tierra americana con la modalidad típica de santuarios autóctonos. Las iglesias han sustituido a las huacas. La liturgia católica se ha apoderado del alma indígena, desplazando totalmente a los ritos hieráticos y fríos, poniendo en el alma indígena la seguridad de una nueva fe, la luz de una nueva esperanza y el fuego de un nuevo amor» (Víctor Andrés Belaúnde).
CONSAGRACION DE PERU A MARIA (2007)
¡María, en tus manos depositamos los gozos y esperanzas de nuestro pueblo, al que tanto amas. Deseamos reafirmar nuestra fe en Cristo. Queremos confiarte el futuro que nos espera!”, con esta oración dirigida a Santa María, Madre de Dios; miles de personas participaron este mediodía de la Consagración del Perú a la Virgen María.
Monseñor Piñeiro, precisó que la fe de la Iglesia invoca a María, porque ella nos repite las palabras que dijo en las Bodas de Caná: “Haced lo que Él les diga”. “María nos hace seguir a Jesús. Contemplando a María seguimos a Jesús siendo testigos de su evangelio”, precisó.
Más adelante, pidió al pueblo peruano decir a María que somos sus hijos. “Nuestro pueblo peruano representado por las regiones, se hace presente con el cariño a nuestra Madre. Todo el Perú a los píes de la Virgen María”, concluyó.
Este acto que se realiza por primera vez en nuestro país, se realizó en el marco de la fiesta de Santa Rosa de Lima, primera santa peruana, y concluyó con el canto fervoroso de los fieles, que entonaron por varios minutos el canto “Tú reinarás”, en honor a Jesús Eucaristía.

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